24/08/2014

Un Dios de no poder (1 R 19) 19o Domingo



¿Cómo se manifiesta Dios? Ya el profeta Elías tuvo que descubrir que Dios no es un mago, no hace ruido, no parece como un superpoderoso, en un decorado de película fantástica.
Basta con la tempestad y el terremoto. Sólo en la brisa tenue se puede reconocer nuestro Dios, marco para desear. Dios no se impone poderosamente, no sacia al hombre, sino como objeto del deseo que siempre falta y se hace buscar.
A las religiones, no le gusta este tipo de dioses. Incluso en el cristianismo, estamos siempre deseando un dios de poder, omnipotente, un dios que tiene éxito y nos da éxito, un dios de película, un dios de lotería… ganadora, un dios que está presente, un dios que sacia.
Tenemos que reconocerlo. En nuestra manera de creer, hay superstición, esperanza de obtener de Dios lo que no se puede actuar naturalmente. Si estamos compartiendo con Dios nuestras angustias y preocupaciones, claro que rezamos bien. Pero si esperamos de Dios una solución extraordinaria, milagrosa, nos equivocamos de Dios. Sacrificamos al dios de la superstición, no al de la cruz, del fracaso de los viernes y sábado santos. Y tenemos que añadir que es el crucificado que aparece a los Doce, con las huellas de la pasión.
No se puede ocultar el fracaso de las religiones en la fe cristiana. Hemos elegido un Dios de no poder, sino el del amor. Pero no basta para dar la victoria, no basta para tener éxito. Abandonemos el terremoto y la superstición, la tempestad y la magia. Nos queda sólo la brisa tenue como huella del paso del Señor, con las huellas de su pasión.
Es lo que descubrió el profeta Elías (1 R 19). Vale también, y muchas veces más, para nuestro mundo. Nuestro mundo es un mundo no religioso. Es decir que es un mundo del cual Dios ha sido borrado, mejor dicho, del cual Dios se borra, en un mundo en el cual toda acción de Dios parece como magia o superstición. En nuestras familias, en medio de nuestros amigos, hay muchos, muy buenas personas, que no creen en Dios. Es posible vivir como hombres responsables y dignos sin creer.
Y nosotros discípulos de Cristo, vivimos delante de Dios sin Dios. La brisa tenue no cambia nada al desarrollo del mundo y de la vida, y de la muerte. Las guerras de estos días nos lo enseñan, porque hoy, nadie se atreve a pensar que Dios pertenece a un campo contra el otro, que servimos a Dios en la batalla. Dios sólo llora con las víctimas, en Mosul, Gaza, Donetsk, etc. A veces, como por una tarde de verano, la brisa tenue reconforta. A menudo, no se sienta.
Van Ustedes a decir que en el evangelio, la brisa tenue paja la tempestad del mar, que se ve la victoria y el poder de Cristo, que existen los milagros, que la presencia de Dios todavía se manifiesta en el mundo. Sería ir un poco demasiado rápido. Porque el texto del evangelio no nos cuenta un milagro, sino una epifanía, una manifestación de Dios.
¿Y cómo se manifiesta Dios? Como un hombre que va a morir ¡clavado en la cruz!
Somos discípulos de Cristo no para pertenecer al campo de los que tienen razón, para tener éxito y vencer. Somos discípulos de Cristo porque deseamos buscar la brisa tenue que se puede no ver. Somos discípulos de Cristo porque amamos a este Dios que se mantiene al lado de todos, y primero de los oprimidos.
Que el calor del verano nos de ganas de buscar la brisa tenue al lado de los más afligidos. Aquí y así se manifiesta Dios.

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