¿Cómo se manifiesta
Dios? Ya el profeta Elías tuvo que descubrir que Dios no es un mago, no hace
ruido, no parece como un superpoderoso, en un decorado de película fantástica.
Basta con la tempestad
y el terremoto. Sólo en la brisa tenue se puede reconocer nuestro Dios, marco
para desear. Dios no se impone poderosamente, no sacia al hombre, sino como
objeto del deseo que siempre falta y se hace buscar.
A las religiones,
no le gusta este tipo de dioses. Incluso en el cristianismo, estamos siempre deseando
un dios de poder, omnipotente, un dios que tiene éxito y nos da éxito, un dios
de película, un dios de lotería… ganadora, un dios que está presente, un dios
que sacia.
Tenemos que
reconocerlo. En nuestra manera de creer, hay superstición, esperanza de obtener
de Dios lo que no se puede actuar naturalmente. Si estamos compartiendo con
Dios nuestras angustias y preocupaciones, claro que rezamos bien. Pero si
esperamos de Dios una solución extraordinaria, milagrosa, nos equivocamos de
Dios. Sacrificamos al dios de la superstición, no al de la cruz, del fracaso de
los viernes y sábado santos. Y tenemos que añadir que es el crucificado que
aparece a los Doce, con las huellas de la pasión.
No se puede
ocultar el fracaso de las religiones en la fe cristiana. Hemos elegido un Dios
de no poder, sino el del amor. Pero no basta para dar la victoria, no basta
para tener éxito. Abandonemos el terremoto y la superstición, la tempestad y la
magia. Nos queda sólo la brisa tenue como huella del paso del Señor, con las
huellas de su pasión.
Es lo que
descubrió el profeta Elías (1 R 19). Vale también, y muchas veces más, para
nuestro mundo. Nuestro mundo es un mundo no religioso. Es decir que es un mundo
del cual Dios ha sido borrado, mejor dicho, del cual Dios se borra, en un mundo
en el cual toda acción de Dios parece como magia o superstición. En nuestras
familias, en medio de nuestros amigos, hay muchos, muy buenas personas, que no
creen en Dios. Es posible vivir como hombres responsables y dignos sin creer.
Y nosotros
discípulos de Cristo, vivimos delante de Dios sin Dios. La brisa tenue no
cambia nada al desarrollo del mundo y de la vida, y de la muerte. Las guerras
de estos días nos lo enseñan, porque hoy, nadie se atreve a pensar que Dios
pertenece a un campo contra el otro, que servimos a Dios en la batalla. Dios
sólo llora con las víctimas, en Mosul, Gaza, Donetsk, etc. A veces, como por una
tarde de verano, la brisa tenue reconforta. A menudo, no se sienta.
Van Ustedes a
decir que en el evangelio, la brisa tenue paja la tempestad del mar, que se ve
la victoria y el poder de Cristo, que existen los milagros, que la presencia de
Dios todavía se manifiesta en el mundo. Sería ir un poco demasiado rápido.
Porque el texto del evangelio no nos cuenta un milagro, sino una epifanía, una
manifestación de Dios.
¿Y cómo se
manifiesta Dios? Como un hombre que va a morir ¡clavado en la cruz!
Somos discípulos
de Cristo no para pertenecer al campo de los que tienen razón, para tener éxito
y vencer. Somos discípulos de Cristo porque deseamos buscar la brisa tenue que
se puede no ver. Somos discípulos de Cristo porque amamos a este Dios que se
mantiene al lado de todos, y primero de los oprimidos.
Que el calor del
verano nos de ganas de buscar la brisa tenue al lado de los más afligidos. Aquí
y así se manifiesta Dios.
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